domingo, 20 de febrero de 2011

Huele

No le importaba para nada, una mierda.
Su gesto era impasible, frío, como si ni siquiera
recorriera la sangre por sus venas.
La palabra "sentimiento" no tenía ningún
valor para él.
Miraba un programa basura de cualquier
cadena basura, sin prestar la más mínima
atención.
Sus ojos estaban muertos, sin dolor.
Una corriente de aire fresco entró, entonces
por la ventana abierta de la habitación llevándole
hasta su nariz una ligera rafága del perfume
abierto que había en la mesa. Olió, aspiro
fuerte hasta casi quedar ahogado por la fragancia,
y entonces, lloró como nunca pensó que lo haría.